Comentario al libro “El beso de
judas” de Joan Fontcuberta
Capitulo VIII “Verdades,
ficciones y dudas razonables”
Este capitulo
inicia con una anécdota, en la cual Franco concede una entrevista y al final de
esta le muestra al periodista unas fotografías que supuestamente le comenta,
son de Guernica, a lo cual el periodista reacciona horrorizado, pero es en ese
momento cuando Franco le muestra que las fotos no son de Guernica, sino de otra
ciudad. Este ejemplo funciona para que el autor ilustre como la foto nos
cautiva por su aparente mimesis de la realidad (y creo que es correcto decir
que el grueso de la gente cree en forma ciega en esto), pero en el momento que
el dictador español revela que estas fotos no son lo que inicialmente se dijo
que eran, nos da una muestra en palabras del autor de que “Las fotografías no
se encargan de corroborar nuestra verdad o de asentar nuestro discurso sino exclusivamente
de cuestionar las hipótesis en que otros puedan fundamentar su verdad. “. Por
otro lado esta el ejemplo de Picasso y su cuadro de Guernica, el cual no tienen
nada que ver con una representación “real” del bombardeo pero logra
transmitir dicho acto con gran
efectividad. Bajo estas dos ideas es que Fontcuberta parte para hablar de la fotografía
digital, y el trabajo documental, sobre esto menciona como para los puristas
esto pudiera ser una degeneración de la imagen al poder ser esta fácilmente
alterada, pero no es así, porque como yo entiendo esta parte del texto, así
como un cuadro es una interpretación que hace el autor de algo, la foto también
lo es, y si en la pintura se pueden acentuar los colores y alterar las formas
para lograr un mensaje, ¿Por qué en la fotografía no?
Esta primera parte del texto resulta bastante interesante en el sentido de que claramente ya fue rebasada esta etapa por la tecnología ( aquí aun se menciona el CD-ROM), y parece que autor escribe a modo de profecía sobre el software de manipulación de imágenes en cuanto a que: “Su divulgación y asimilación entre un público profano terminaría con el mito de la objetividad fotográfica (no tanto por la técnica de manipulación informática en sí como por la brutalidad con que se impondría la facilidad de esta manipulación): desacreditada la fotografía como testigo fiable, la credibilidad ya no descansaría en las cualidades intrínsecas de la tecnología, sino en el fotógrafo como autor.” Siento que esto aun no se a convertido en realidad del todo, quizás la gente es mas conciente de que una foto no es “real” en automático, recordemos la clásica frase de que algo es “photoshopeado”, pero también encontramos los ejemplos de fotos sacadas de su contexto original e insertadas en otro para posteriormente ser desmentidas por alguien que reconozca la foto en el entorno en el que originalmente se publico. Sin embargo lo más interesante es como menciona Fontcuberta en cuanto el software de manipulación de imágenes, el cual actualmente es de fácil uso y acceso. Sin embargo tengo la sensación de que lejos de escandalizarnos por ello, simplemente lo hemos aceptado como algo normal en nuestras vidas.
Este capitulo
entonces habla de que no existe acto humano que este exento de manipulación,
creer que la fotografía documental esta libre de esto e intentar crear reglas
para protegerla de dicho acto, puede llevar al acto autoritario de juzgar que
tipo de foto es correcta y cual incorrecta. Para concluir, al final del texto,
se habla de algo que resulta inquietante, como la gente al ser confrontada con
la posibilidad de la manipulación de imagen, prefiere mantenerse en su pasiva
rutina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario