Comentario al libro “El beso de
judas” de Joan Fontcuberta
Capitulo VII “La tribu que nunca existió”
En el inicio de este capitulo se nos habla de como en 1966 en una isla de
las Filipinas, un cazador nómada dio con una tribu de unos 20 individuos a los que
llamaron los tsaday, “los hombres de la selva”, los cuales vivían aislados de
la sociedad y tal cual auténticos hombres primitivos. Esto causo todo un furor mediático,
se designo un área natural protegida en la zona que habitaban y el National
Geographic les dedico una portada y una serie de artículos, todo esto suena muy
espectacular, salvo por el detalle de que todo fue mentira, la zona que esta
tribu habitaba tenia acceso controlado, pero un momento de turbulencia política
fue aprovechada por el periodista filipino Joey Lozano y el antropólogo suizo
Dr. Oswald Iten para entrar a buscar a la tribu, descubriendo que todo era un
engaño, la supuesta tribu no existía, eran habitantes de la isla que habían
sido forzados a actuar para las cámaras.
La razón de este engaño, fue para crear una pantalla de humo, para
desviar la atención de los actos represivos del gobierno del entonces
presidente de las filipinas Ferdinand Marcos.
Esta historia fue tomada como cierta en su momento, por el uso que se hizo
de la imagen y el echo de que la cámara fotográfica y de video es vista por la
gente como aparatos tecnológicos que retratan lo “real” (el autor no lo
menciona en un inicio, pero el que el National Geographic hubiera publicado la
historia le dio una legitimidad institucional a este engaño). Aquí entra lo que
autor llama el “Teorema del pato”, esa frase que todos conocemos de que “si
parece pato, tiene plumas como pato, nada como pato y hace como un pato,
entonces lo mas probable es que sea un pato”, pero acabamos de ver un buen
ejemplo de que no siempre es así
A partir de esta historia Fontcuberta nos habla de la manipulación de la
imagen, de la idea que se llega a tener de que hay una “fotografía directa” y
una “fotografía manipulada”, pero ¿bajo que parámetros? , el autor concluye a mí
entender que estas dos descripciones de la fotografía no existen. Esto porque
el simple acto de manipular la cámara fotográfica, valga la redundancia, ya es
manipulación de la imagen..
Continúa el autor con la manipulación en la fotografía, que se puede
entender como el acto de hacer que cambie el contenido original de la imagen
através del retoque, el reencuadramiento y el fotomontaje. El fotomontaje a mi
parecer es la idea que me resulta más interesante y Fontcuberta los divide en
2: el fotomontaje narrativo y el fotomontaje simbólico.
El primero falsea las circunstancias en las que acontece el acto que como
su nombre lo indica, quiere narrar, pero si finalmente se intenta lograr un
cometido a través de la manipular la imagen, ¿el resultado es falso?.
El fotomontaje simbólico, construye ficticios, como se hacia con las
maquetas para las películas, aquí yo creo que cuando nos enfrentamos a una
ficción creada, siempre vamos a tener la sensación de que no es real.
Y se menciona una tercera forma de manipulación que considero que es la mas
maliciosa, es el que afecta el contexto, se pone el ejemplo de cómo se uso una
foto de el derrame petrolero de el Exxon Valdez como si fuera de los campos
petroleros de Kuwait incendiados en la guerra del Golfo Persico. Esto resulta
bastante inquietante porque es algo que vemos continuamente en los medios pero
sobre todo últimamente en las redes sociales y por lo general mucha gente lo
toma como cierto.
Al final del capitulo el autor narra como creo una instalación sobre un
pueblo ficticio, presentándola con todos los protocolos y formas que tiene una
exposición sobre alguna cultura antigua en un museo. Esto da una reflexión muy
perturbadora de cómo tendemos a dar por cierto las cosas si cumplen con ciertos
aspectos que las legitimen, como depositamos una fe ciega en la tecnología y en
las instituciones. Y el autor concluye: “Hacer creer consiste, pues, en
controlar los mecanismos de manipulación (de creación). La conciencia adulta,
madura y democrática debería ser capaz de corresponder con el mismo grado
de dialéctica.” Sin embargo mi experiencia personal me dice que efectivamente
debería de, pero realmente no es así